La historia surge de una manera casual. Hace veinticinco años, yo trabajaba en la revista Caretas, en el cargo de subdirector, y solía tomar café en locales que estaban rodeados de cambistas, entre las calles Ocoña y Camaná. Tuve que hacer varios reportajes sobre la hiperinflanción, el fenómeno del cambio callejero, que se había convertido en una alternativa al desempleo, y las remesas de dólares que, en esos días del primer gobierno de Alan García, el Banco Central de Reserva del Perú compraba al narcotráfio en la selva. Estas circunstancias se sumaron al hecho de que un día, cuando entraba al centro de Lima en mi auto, vi entre la mutitud de cambistas a un amigo del colegio, a quien no veía desde hace más de quince años. Pensé acercarme a hablar con él y averiguar por qué estaba en esa situación, ya que, hasta donde yo recordaba, era un muchacho de una clase media acomodada. Pero no lo hice. Y en ese momento empecé a imaginarme lo que podía haberlele sucedido. Así empezó la novela.

 “Carmelo verde” era el santo y seña del grupo de cambistas mafioso que contrata a Carlos Morales, protagonista de la novela. Alude a la dulce atracción del dinero.

 Concuerdo contigo. Mabel también es mi personaje favorito. Es una muchacha guapa, pero con escasa educación, que por más que se esfuerza (estudiando en colegios nocturnos) no puede remediar. Sabe que su único capital para sobrevivir y buscar un futuro es su belleza. Pero ésta, la belleza, se va pronto, en cosa de diez o veinte años. Así que es consciente de que tiene poco tiempo para dar con un destino más digno, y es por eso que piensa en viajar a Estados Unidos, donde cree que será igualmente una ciudadana de segunda categoría, pero en un país que esatrá en mejores condiciones económicas y con mejores expectativas. En cuanto al asunto de la corrupción, lamentablemente esa época fue muy corrupta. Lo podías ver en el policía de tránsito que te cobraba una coima, o en los dólares que el Estado peruano compraba en Tocache y Tingo María. Un feo panorama.

 Empiezo a escribir temprano en la mañana, dandole un mordisco a una manzana o comiendo tres fresas. Una hora después, ya con el texto en marcha, me tomo un café cargado. Ah, y no no contesto llamadas al teléfono.

 No sé cuál me falta. Escribo cuentos, novelas, ensayos, poemas y teatro.

Muchos. Hemingway, Scott Fitzgeralad, Horace McCoy, Truman Capote, y sigue la lista...

 Hay que darles libros atractivos, amenos, interesantes, y en los que encuentre por un lago una cierta identidad con los personajes, ya sea por afinidad o por contraste. Yo recomiendo a los jóvenes que empiecen leyendo un libro maravilloso, que se titula “El cazador en el centeno”.

Si alguien quiere ser escritor solo para ganar dinero, no le auguro un buen futuro. Lo que debe hacerse es escribir con pasión y honestidad, sin singún tipo de prejuicios. Se puede hacer buena literatura y poder vivir bien. ¿Tips? Hay dos que son infalibles: leer y escribir todos los días.

Sí, me encantan los vampiros. Pero he leído más que nada los libros antiguos, los clasicos. Lo últimos, los de Crepúsculos, lo vi en el cine. Son divertidos.

Seguir escribiendo. Cuentos y ensayos, que es lo que más me interesa en esto días.

Que tengan en claro que la lectura es un placer y a veces una diversión, pero también una vía de conocimiento, que nos ayuda a reflexionar sobre la existencia humana. Leer te ayuda a construir tu propia mirada y darle sentido a tu vida.